A la venta "El españolismo sonriente. Humoristas la servicio de la colonización de Andalucía"

Libro "El españolismo sonriente. Humoristas al servicio de la colonización de Andalucía" M. Rodríguez Illana, 105 pág. 11 e

La persona andaluza se caracteriza por dedicarse casi invariablemente al trabajo sexual y doméstico. Es estadísticamente probable que sea toxicómana y provenga de ambientes marginales. También es maleducada, tramposa, holgazana, caradura, superficial y deliberada y vocacionalmente ignorante. No sabe hablar y de hecho le costará la misma vida aprender idiomas porque tiene pocas luces, en general. Eso sí, está genéticamente preparada para soltar un chiste en cualquier momento. No soporta al catalán, separatista e insolidario por naturaleza, que no quiere compartir su riqueza con las/os andaluzas/ces que tanto han contribuido a levantar su tierra. Porque todo/a buen/a andaluz/a es ante todo, español/a, como dios manda (tan español y moderado como lo era Blas Infante). Por eso lleva con orgullo que toda una duquesa de Alba haya elegido nuestra “región” para fijar su residencia.

Este es el dibujo que del pueblo andaluz hacen los medios sistemáticamente. Con todo, siendo un hecho negativo, no es lo peor. La parte más triste se deriva de que son, precisamente, andaluzas/ces dedicadas/os al humor en sus diversas vertientes (actores y actrices, monologuistas, guionistas, dibujantes) las/os que contribuyen a perpetuar tales estereotipos.El español sonriente. Humoristas al servicio de la colonización de Andalucía es un breve repaso de quiénes son cómo lo hacen.


También tenemos disponible de la editorial Hojas Monfíes:

Libro "La Constitución andaluza de Antequera: su importancia y actualidad" Francisco Campos López, 127 pág., 11 e.


La importancia del texto constitucional andaluz de 1883, como precursor y determinante del primer nacionalismo andaluz revolucionario que se encarnaría en la persona de Blas Infante, es la idea central que recorre esta obra de Francisco Campos López. Un trabajo basado en un análisis minucioso pero también con un espíritu evidente de servir de libro “de combate”, es decir, de texto para la orientación política de la militancia soberanista y revolucionaria andaluza. La doble perspectiva que acompaña siempre a Francisco Campos en sus escritos.
La Constitución antequerana (a pesar de su importancia y su influencia en las políticas propuestas de marco político e incardinación nacional de Blas Infante) ha sido insuficientemente estudiada a día de hoy. Lo cual no es un hecho casual sino que responde a unas causas bien evidentes. El nacionalismo de Estado ha hecho todo lo posible por enterrar el texto constituyente andaluz. Incluso en Antequera, ciudad en la que se firmó, el monumento al mismo instalado en 1983 fue desplazado recientemente desde su emplazamiento original en una céntrica plaza junto al ayuntamiento a un rincón secundario en una placita de reciente creación. Y, para abundar más en la confusión y el ocultamiento de nuestra historia como pueblo, fue situado junto a un busto del primer presidente de la actual Junta de Andalucía: Fernández Viagas. Una Junta y un presidente que poco tienen que ver con el carácter soberano y anticentralista de las Juntas andaluzas decimonónicas o con el espíritu del propio andalucismo histórico. Y mucho menos con la Constitución Andaluza de 1883. Ya en 1919 los andalucistas de Granada sabían diferenciar entre una descentralización administrativa y una autonomía política real, es decir una autonomía soberana, cuando declaraban en su manifiesto a los municipios andaluces: "Andalucía no se conformará con una autonomía administrativa, concedida por quienes nada pueden conceder (entiéndase el Estado Español). Andalucía ha de llegar más allá".
Tras la Revolución Cantonal de 1873-74 la polarización social es cada vez más clara en Andalucía. Abortados los intentos confederales el siguiente paso es la lucha definitiva, con un programa político propio y unas herramientas políticas independientes, entre el pueblo trabajador andaluz y las clases dominantes comprometidas con el Estado español y el papel dependiente que este quiere otorgarle a Andalucía. Los nuevos contendientes en la lucha de clases andaluza serán, de forma principal, la burguesía agraria y latifundista centralista contra el proletariado andaluz que encabeza y arrastra a las clases populares. Y en este tránsito será redactada la Constitución Andaluza de 1883.

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