Haití es el país más pobre de América Latina, ¿Qué más sabemos de Haití? ¿Por qué no sabemos nada más? En 1804, el pueblo de una pequeña isla del caribe, Saint Domingue, se declaró independiente de Francia y dejó de ser una colonia, convirtiéndose en la primera nación políticamente independiente de América Latina.
Dirigida por Toussaint l’Ouverture y Jean Jacques Dessalines, la revolución de Haití —cuyos inicios son las insurrecciones de negros y mulatos— comenzó siendo una rebelión de esclavos que luchaban por su libertad y se transformó en una guerra por la independencia, en la que un ejército popular de exesclavos negros se enfrentó a los ejércitos español e ingles, y derrotó al ejército de Napoleón Bonaparte.
Conocer los acontecimientos de “la revolución negra” es indispensable para recuperar la conexión entre la miseria actual de Haití y el proceso de expropiación que se desarrolla desde el siglo XV en adelante.
Cuando Toussaint Louverture irrumpió por primera vez en la escena histórica, muchos movimientos estaban en marcha: el movimiento blanco hacia la autonomía y la libertad comercial, el movimiento mulato hacia la igualdad social y el movimiento negro hacia la libertad. La intelectualidad burguesa surgida de la Revolución francesa se percató de que la libertad era indivisible: no se podía conceder la libertad a plantadores blancos y mantener a los negros en cárceles de esclavos. Se dieron cuenta de que para liberarse de la sociedad colonial era necesario liberar a todas las clases, y que para ello era necesario liberar Santo Domingo, ahora conocido como Haití, poniendo así en tela de juicio la existencia misma de la sociedad colonial. Las autoridades francesas lo concibieron como contrario a los intereses de Francia. Pero Louverture tomó al pie de la letra la Declaración de los Derechos del Hombre y convirtió a la población fragmentada en un movimiento popular para llevar a los marginados a la Revolución. De esta forma, Santo Domingo pasó a ser el primer país en plantear y resolver el gran problema del siglo XX: el problema colonial.
En los últimos años la extrema derecha ha hecho todo lo posible por acelerar el calentamiento: un presidente estadounidense que cree que es un engaño ha eliminado los límites a la producción de combustibles fósiles. El presidente brasileño ha abierto el Amazonas y lo ha visto arder. En Europa, los partidos que niegan la crisis e insisten en la máxima combustión han irrumpido en los gobiernos, de Suecia a España. Al borde del colapso, han surgido las fuerzas que más agresivamente promueven el business as usual, siempre en defensa del privilegio blanco, contra supuestas amenazas de otros no blancos. ¿De dónde vienen?
El primer estudio sobre la extrema derecha en la crisis climática, ‘Piel blanca, combustible negro’ presenta un barrido revelador de una nueva constelación política, y revela sus profundas raíces históricas. Las tecnologías que utilizan combustibles fósiles nacieron impregnadas de racismo. Nadie las amó con más pasión que los fascistas clásicos. Ahora han surgido fuerzas de derechas, algunas de las cuales afirman tener la solución: cerrar las fronteras para salvar a la nación mientras el clima se desmorona. Épica y fascinante, ‘Piel blanca, combustible negro’ traza un futuro de frentes políticos que sólo puede calentarse.
«Con aguda sensibilidad, traza las sorprendentes conexiones entre la ideología racista y nacionalista y el negacionismo climático. Una visión esencial de una amenaza emergente.» —Richard Seymour
«Un libro de gran riqueza analítica, que llega al corazón de la larga relación del fascismo con la supremacía blanca, los combustibles fósiles, el fetichismo maquinista y la crueldad capitalista. Si quieres entender los obstáculos políticos a los que se enfrentará la acción climática en las próximas décadas, este libro es de lectura obligada.» —Cara Daggett
La distinción entre lengua, dialecto y habla está muy consolidada y es considerada entre el público en general como una verdad científica incontestable. Por desgracia, está irremediablemente asociada en la opinión pública con una jerarquía valorativa que hace que la lengua sea vista como superior al dialecto y éste al habla. De este modo, por ejemplo, se dice que no existe el andaluz como lengua, ni siquiera como dialecto, sino solo como un conjunto de hablas más o menos cohesionadas o diversificadas. Cosas similares se afirman del canario, del extremeño, del murciano, del aragonés o del asturiano (aunque casi nunca del castellano).
Sin embargo, todas estas ideas son contrarias a los hallazgos fundamentales de la lingüística contemporánea. A pesar de ello, en los principales manuales de dialectología no sólo no se ponen en cuestión y rechazan esas ideas acientíficas, sino que, en muchos aspectos, se aceptan implícita o explícitamente. En este libro se lleva a cabo un análisis crítico de estos manuales para poner de manifiesto la fuerte carga ideológica que presentan y que lleva al autor a hablar de dialectoideología española.
Juan Carlos Moreno Cabrera ha sido profesor de Lingüística en la Universidad Autónoma de Madrid (1978-2020) hasta su jubilación voluntaria. En 2014 fue galardonado con el XXIV Premi Internacional Ramon Llull y desde ese año es miembro del Comité Internacional de la Cátedra UNESCO de Diversidad Lingüística y Cultural. Es miembro de honor, desde 2010, de la Sociedad para el estudio del andaluz (ZEA) y en 2022 fue nombrado embajador de la lengua asturiana. Entre sus libros más recientes figuran: Origen y evolución de la gramática (2018), La clasificación de las lenguas (2021) y La mímesis lingüística (2024). Ha publicado doscientos artículos en revistas y volúmenes colectivos y treinta libros sobre tipología lingüística, sintaxis, semántica, lenguas del mundo, política lingüística y metodología lingüística, entre otros temas.